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Una semana de viaje a Lanzarote

Andaba yo buscando un destino apetecible para este raro verano que se avecina, de esos destinos fáciles de recorrer, de esos lugares en los que se come bien, se disfruta de buen clima y uno se puede relajar. Pensaba en buenos sitios en los que veranear, lugares con ese encanto de lo viejo y tradicional pero que respiran modernidad en sus instalaciones turísticas. No acertaba a elegir pero tenía claro que sería un bonito lugar de España. Al poco de estar dándole vueltas terminó por surgir la decisión: sería Lanzarote, la más bonita de las islas Canarias, con el permiso del resto…¿y por qué me quedo con Lanzarote para viajar como uno de los destinos más apetecibles para este verano? Pues ahí van un montón de buenas razones, las cosas por las que no me canso de volver a recomendar una semana de viaje a Lanzarote:

– Por su orografía, tan mágica y trágicamente esculpida, fruto de erupciones volcánicas nada más y nada menos. Y el resultado es fascinante y muy fácilmente accesible en el parque nacional de Timanfaya, uno de los más sorprendentes enclaves geológicos del mundo. Sorprende por la silueta rota de sus volcanes y fumarolas pero sorprende sobre todo por lo auténtico de sus colores, ocres, amarillos, marrones, grises…emanados todos ellos de lo más profundo de la tierra.

Por su gastronomía, sumando a los más tradicionales y sabrosos platos canarios como las papas y el mojo, impresionantes pescados como corresponde a una isla. Poblaciones como Arrieta, lugares como playa Quemada o la laguna San Ginés de la capital, Arrecife.

Por su historia y los restos que han quedado en sus mejores enclaves culturales. De nuevo en Arrecife, pero sobre todo en Teguise, la vieja capital y la más bonita de las poblaciones. La iglesia conventual de San Francisco, la calle Marqués de Herrera, la plaza de San Miguel, el Convento de Santo Domingo y en general pasear por las callejuelas y plazas adoquinadas, toda una delicia de lugar donde transportarse a siglos pasados.

Por sus playas, que mezclan el agitado Atlántico como en la playa de Famara con el idílico rincón que se forma en playa Papagayo. Muchos kilómetros de playa donde relajarse, uno de nuestros objetivos.

Por sus malvasías, esos vinos tan auténticos como su paisaje y que recogen sabores a frutas después de un cuidadoso proceso de cultivo en lugares protegidos de los vientos por la propia arenisca volcánica. La Geria, de nuevo un paisaje digno del mejor de los fotógrafos.

Por César Manrique y sus creaciones. Si bien «lo poco» que hizo el escultor de la naturaleza fue ayudarle a ser más bonita si a eso se le puede ayudar. Exquisito en el respeto a los lugares y fantástico en el resultado, merece la pena recorrer cada uno de los rincones en los que trabajó: los Jameos del Agua, el Mirador del Río o el Jardín de los Cactus.

Por La Graciosa, y es que era difícil no acertar con ese nombre. Esa pequeña islita que recorrer en bicicleta y dónde disfrutar de un ritmo tranquilo, automáticamente insular.

¿Todavía necesitas más razones? Estoy convencido de que no, que ya andas descontando los días que te quedan para disfrutar de Lanzarote.

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