Salí de casa al amanecer, sin un plan demasiado claro pero con la firme intención de hacer el Camino de Coruña a Santiago de Compostela, una de las variantes del Camino Inglés dividida normalmente en tres o incluso cuatro etapas. Lo que en ese momento aún no sabía es que la idea inicial iba a convertirse en toda una aventura, puesto que a medida que caminaba me vi con ánimo y fuerzas para concentrar todo el recorrido en una maratoniana e intensa jornada de senderismo. Más de 70 kilómetros completados en solitario en un solo día, todo un reto para cuerpo y mente que más allá del esfuerzo se convirtió casi en una cuestión de fe.
Preparación y consejos
Antes de nada, es importante aclarar que afrontar una ruta de tantos kilómetros en un día requiere tiempo y una buena preparación previa, por lo que es importante que tengas el hábito de caminar habitualmente a un paso ligero y constante. De lo contrario, se antoja casi imposible llegar de día y con fuerzas a Santiago y es mejor dividir el recorrido en varias etapas, por lo que en este sentido debes tener sentido común y actuar siempre con cabeza. Además, es recomendable hacerlo en la época del año en la que los días son más largos, en mi caso fue a mediados del mes de junio. En ningún caso te recomiendo caminar de noche y mucho menos hacerlo solo con falta de luz, a pesar de que en términos generales la ruta está muy bien señalizada. Asimismo, es bueno llevar algo de comida en la mochila y sobre todo mucha agua para hidratarte, además de ropa cómoda (recuerda incluir algo de abrigo) y calzado adecuado para hacer senderismo que ya hayas probado anteriormente, apto para senderos de tierra y tramos de asfalto. Con todo lo necesario preparado en mi macuto, inicié el camino de Coruña a Santiago al amanecer en una jornada bastante gris, tras una semana en los que el sol y el buen tiempo nos habían regalado unos estupendos días de playa en Galicia.
Camino Inglés de Coruña a Santiago de Compostela
La ruta comienza en A Coruña y recorre los concellos de Culleredo, Cambre, Carral, Abegondo, Mesía, Ordes y Oroso hasta llegar a nuestra ansiada meta, la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. En mi caso, prácticamente sobre la marcha decidí dividir el recorrido en tres turnos: mañana, sobremesa y tarde, para completar en una única jornada las 3 etapas que conforman esta variante de la ruta jacobea, también conocida como ‘Camiño do Faro’.
ETAPA 1: A CORUÑA-HOSPITAL DE BRUMA (33 kilómetros)
Esta etapa, la más larga y dura de esta variante del Camino Inglés, está a su vez dividida en dos subetapas: A Coruña-Sergude y Sergude-Hospital de Bruma. Tras explorar e iniciar la ruta en la preciosa ciudad de A Coruña (puedes tomar como punto de partida la Iglesia de Santiago situada en la Ciudad Vieja) abandonarás la ciudad por el barrio de Eirís, con el aliciente añadido de disfrutar de una maravillosa vista panorámica de la playa de Santa Cristina y el Concello de Oleiros. Una vez que dejes atrás la ciudad herculina, el Camino transcurre por el paseo marítimo de O Burgo junto a la ría del mismo nombre, en el Concello de Culleredo.
Esta parte del recorrido no está señalizada, pero tan solo tendrás que seguir el bonito y extenso paseo de la ría hasta llegar al puente romano medieval de O Burgo, que reconocerás fácilmente por su tradicional cruceiro.
Desde este punto, la señalización es buena y a lo largo de la ruta te irás encontrando las flechas y los postes de piedra característicos del Camino de Santiago.
A continuación recorrerás los concellos de Cambre y Carral hasta llegar a Sergude, el punto ideal para hacer una primera parada, refrescarte y tomar un poco de aliento. Tras retomar la marcha, te adentrarás en el Concello de Abegondo y después de unos kilómetros con fuertes pendientes en un entorno mucho más rural llegarás al ramal de As Travesas, donde el Camino Inglés desde A Coruña confluye con el de Ferrol para continuar unidos hasta Santiago.
Cabe destacar que esta parte final de etapa a Hospital de Bruma es una de las más duras del recorrido, pero a cambio el paisaje nos regala un entorno natural muy agradable para los sentidos. Como curiosidad, me llamó la atención una granja en medio de la nada en la que una de las vacas tenía unos cuernos impresionantes, más propios de un animal mitológico como un minotauro. Personalmente me gustan mucho las vacas porque me recuerdan a mi infancia en el valle de Fornela, cuando mis abuelos las tenían y era normal convivir con ellas en el pueblo, pero lo cierto es que creo que nunca había visto una con los cuernos tan grandes.
Una vez superada la parte más exigente de la etapa, donde por cierto la lluvia fina (el llamado orballo gallego) ya me acompañaba desde hace varios kilómetros, llegué al bonito pueblo de Hospital de Bruma, donde aproveché la ocasión para comer y descansar un poco antes de continuar el recorrido en la jornada de sobremesa. Cabe destacar que en este punto me encontré a los dos únicos peregrinos que vi en toda la ruta, a los que por fin pude decir las palabras mágicas de ‘Buen Camino’ que ambos respondieron cordialmente con un inconfundible acento extranjero. Una de las ventajas del Camino Inglés es que no es tan conocido como otros, especialmente en su variante de A Coruña a Santiago, por lo que es una estupenda opción si buscas una ruta más tranquila. En cualquier caso, espero que con la apertura del sector turístico aumente el número de peregrinos, ya que los albergues y toda la hostelería vinculada al Camino realmente lo necesita, no hay que olvidar que muchas familias viven de ello y es la principal fuente de ingresos de muchas aldeas gallegas.
ETAPA 2: HOSPITAL DE BRUMA-SIGÜEIRO (25 kilómetros)
Desde Hospital de Bruma, el camino de Coruña a Santiago tiene menos desnivel y es más sencillo, combinando tramos de asfalto con bonitos senderos naturales. Tras dejar atrás Bruma, pronto alcancé a los dos peregrinos que me había encontrado previamente y me adentré en el Concello de Ordes, donde me llamó poderosamente la atención un dinosaurio en medio de una aldea. Sí queridos amigos, ¡un T-Rex en el Camino! Cosas de Galicia, una inesperada sorpresa que sin duda merecía una foto selfie.
Después de esta curiosa anécdota, retomé la ruta y unos kilómetros más adelante la lluvia fina dio paso al diluvio universal, algo breve pero lo suficiente para acabar completamente empapado. Era un día muy gallego, de esos en los que puedes vivir las cuatro estaciones del año en un mismo día, pero mereció la pena el chaparrón porque la lluvia dio una tregua y salvo algunas gotas aisladas quedó muy buena tarde. A partir de ese momento empezó a asomar el sol y el tiempo ya acompañó durante el resto de la jornada, por lo que pude cambiar la chaquetilla impermeable por una gorra, la manga corta y mis gafas de sol de bambú Livegens. Por suerte iba preparado para cualquier posible escenario meteorológico, ya que el tiempo estaba muy cambiante en Galicia.
Lo que más me gustó de esta segunda etapa fueron los tramos de senderos verdes en medio de la naturaleza, perfectos para reflexionar y mimetizarse con el entorno. Probablemente esta energía positiva fue la que me motivó a completar el Camino en un solo día, aprovechando que en esta segunda parte la ruta era más llana y el tiempo acompañaba.
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Tras varios tramos de bosque combinados con entornos rurales, cuando me quise dar cuenta ya estaba entrando en Sigüeiro, perteneciente al Concello de Oroso, un entorno urbano con todos los servicios donde aproveché para descansar un poco y sobre todo para hidratarme, puesto que era media tarde y el calor apretaba bastante. Ya había completado la segunda etapa, aún quedaban horas de luz por delante y tenía claro que merecía la pena hacer un último esfuerzo para llegar a Santiago antes de que cayera la noche.
ETAPA 3: SIGÜEIRO-SANTIAGO DE COMPOSTELA (16 kilómetros)
Una vez que dejamos Sigüeiro, restan poco más de 16 kilómetros para llegar a la meta en Santiago de Compostela. Es la etapa más corta y sencilla, pero lo cierto es que se me hizo un poco dura por el cansancio acumulado, especialmente en los pies como no podía ser menos. A pesar de todo, no tenía ampollas (bendito calzado) y me veía con fuerzas suficientes para llegar a Santiago hacia el final de la tarde. De hecho pude tomarme esta parte final del recorrido con bastante calma, al fin y al cabo iba bien de tiempo y lo más duro ya estaba hecho.
Cabe destacar que una parte de esta última etapa hasta llegar a Santiago transcurre por el llamado Bosque Encantado, un curioso paisaje verde y lleno de encanto que hace más llevadero estos kilómetros finales hasta llegar a Compostela.
Después de cruzar este pintoresco bosque, que también ofrece algún que otro tramo un pelín exigente, la entrada en las afueras de Santiago se realiza por el parque empresarial del Tambre, donde por cierto me encontré una pequeña bandera de Cuba en la acera.
Los que me conocéis sabéis el cariño que siento por este país y el pueblo cubano, al que incluso llegué a dedicar un libro en forma de guía de viajes a Cuba para compartir mis inolvidables experiencias en la isla. Por este motivo, más allá de la casualidad del destino me hizo ilusión poder llevar esta banderita a la Catedral de Santiago. Tras atravesar el barrio de As Cancelas para llegar al centro de Santiago, caminé por la conocida Avenida de Xoán XXIII y llegué a última hora de la tarde a la emblemática Plaza del Obradoiro. He estado muchas veces en la ciudad, pero esta vez noté algo diferente y especial al llegar a la Catedral de Santiago, un sentimiento que nunca antes había tenido en mis visitas a Compostela. Una mezcla de alegría, cansancio y satisfacción tras una ruta de más de 12 horas y media que sin duda mereció la pena.
Entonces me senté un rato en medio de la plaza, y disfruté de la magia de la Catedral antes de coger el último tren de vuelta de Santiago a Coruña, después de más de 70 kilómetros recorridos durante el día. En mi caso la experiencia fue en solitario y muy intimista, pero también puedes disfrutar del Camino de Santiago organizado en grupo de la mano de Viajeros Canallas recorriendo otras rutas más concurridas como el Camino Francés o el Camino Portugués de la Costa.
Una experiencia vital
Frente a la Catedral, vi caer la noche y pedí mis tres deseos al Apóstol Santiago, referente de los peregrinos y patrón de Galicia, deseando que se cumplan después de un año muy complicado marcado por la pandemia. El esfuerzo y la ilusión para afrontar el futuro siempre estarán presentes, pero eso a veces no es suficiente, por eso solo pido suerte en el trabajo y salud para mis seres queridos, especialmente para un familiar muy cercano que ha tenido un momento de salud complicado en los últimos meses. En estos tiempos difíciles, ¡mucho ánimo a todos en esta carrera de fondo que es la vida!
Te animo a vivir esta experiencia vital y a descubrir la mística que envuelve al Camino, algo que no se puede explicar con palabras. Un pequeño esfuerzo para alcanzar una gran meta, superar tus miedos y reencontrarte contigo mismo.
Javier Ramón | @javiramonr